No te rías que es peor (o no)

Hace tiempo que quiero escribir sobre la situación que vivimos en Cataluña. Quería esperar hasta que la situación se normalizara -risas- pero se está a años luz de ello. Además hablar de política, sinceramente, da pereza. Lo suyo sería tomárselo con humor que es como parece que quieren que nos lo tomemos los que están orquestando semejante disparate. Al final uno no sabe como afrontar todo lo que está sucediendo. Si reír o llorar. Si criticar o mirar para otro lado. Hay momentos de continua risa floja y otros en que estás al borde de un ataque de nervios. Una continua confrontación de emociones. Fiel reflejo de este despropósito, donde las dos partes -bien diferenciadas, por suerte. Mas que nada por tener algo claro en todo esto- ni pueden, ni quieren ni pretenden ponerse de acuerdo.

Esta broma de mal gusto se ha convertido en un bucle tan cansino a la vez que peligroso, porque además cada día es peor que el anterior. Intentan rizar el rizo con tal de no arreglar nada. Y lo peor es que lo consiguen. Ni el camarote de los hermanos Marx. Ni las empanadillas de Martes y Trece. Ni la mejor canción protesta de Cañita Brava. Ni las investigaciones privadas de José Luis Torrente. Ni tan siquiera todos estos astros cómicos alineados perfectamente llegarían a alcanzar esta parodia nacional perfecta de Cataluña. No busquéis nada mas cómico ni alocado. No existe.


Los acontecimientos inverosímiles se suceden. Las situaciones sin sentido se acumulan. Los discursos groseros se atropellan. Los protagonistas van, vienen, los encierran, se quedan, vuelven, se fugan, se marean, beben y beben y vuelven a volver. Y a todo este despiporre -que por cierto, estamos pagando los de siempre- no se le vislumbra ningún tipo de final. Ni feliz ni leches. Se palpa en el ambiente que aún no hemos asistido al golpe definitivo. Al más difícil todavía. A la perfecta cuadratura del círculo.

El paro, la sanidad pública, la educación, la fuga de miles de empresas, la corrupción, la fractura social.. Los problemas normales y cotidianos de cualquier región que se precie, aquí no existen. Todo lo tapa esta densa y negra cortina de humo que va desde el Delta hasta los Pirineos.

Todo esto ante la mirada atónita del mundo entero. Otra vez España, el país de la siesta y la pandereta, empeñada en ser el hazmerreír de todos. Pero ojo! Quién este libre de pecado que tire la primera piedra. Y sino ahí está Donald Trump gobernando América cuál Oso Yogui pilotando el Halcón Milenario -la ostia puede ser tremenda-. O los británicos con su Brexit que no saben si ir, quedarse o volver. El bochorno político no es exclusivo de nuestro territorio. Pero mal de muchos, consuelo de tontos.

La mayor virtud de una democracia es que el pueblo elige quién quiere que los gobierne. Dicen que nos mandan quién nos merecemos, pero ¿de verdad somos tan malos para merecernos esto?
Yo quiero un Cañita Brava de presidente, así si tenemos que reírnos al menos que sea con ganas y no por no llorar.

Comentarios

  1. La democracia es un sistema que no permite que nos gobierne nadie mejor de lo que nos merecemos. Buen artículo

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