Qué fue del Milan?

Se suele utilizar esta expresión para referirnos a alguien a quién hace tiempo le perdimos la pista. Aunque en este caso no es una persona sino un club de fútbol. Y no uno cualquiera.
Hace tres décadas que un ambicioso empresario italiano se hizo cargo del histórico AC Milan, por aquél entonces un equipo también en horas bajas, como ahora. El magnate de la comunicación inyectó su dinero y modernizó el club, transformándolo en gigante. Pero la verdadera vocación de Berlusconi no era el fútbol ni siquiera los negocios, sino la política -una especie de Jesús Gil a la italiana-. Triunfó también en este ámbito, hecho que rebajó sobremanera su actividad en el club, así como su aportación económica. Al final todo se reduce a lo mismo. Sin dinero no hay paraíso. Y en el Milan hace tiempo que cambiaron el caviar por la mortadela.


Con Berlusconi al mando, este club ha gozado de una salud y grandeza envidiables. Pero, especialmente, ha disfrutado tres etapas memorables -siendo campeón de Europa en todas ellas-. El legendario Milan de Sacchi revolucionó el fútbol a finales de los 80. El fútbol total llegó inesperadamente a Italia en la época dorada de su Calcio -cuando era la envidia de toda Europa porque en sus equipos militaban los mejores jugadores del mundo-. La presión, la movilidad y la armonía de todos y cada uno de sus integrantes por todo el terreno de juego, la riqueza táctica y hacer de la jugada del fuera de juego todo un arte fueron las características que unidas a la categoría de sus futbolistas hacen de este uno de los mejores equipos de la historia del fútbol. Palabras mayores. Aún sigue siendo el último equipo capaz de encadenar dos Copas de Europa consecutivas. Capello sustituyó a Sacchi y mantuvo la hegemonía con mano de hierro. Su Milan no era tan atractivo de ver pero era igual de temible. Y a principios de este siglo llegó al banquillo un antiguo centrocampista de la época de Sacchi para continuar con la leyenda. El de Ancelotti fue el último gran Milan y con él se fueron retirando las viejas glorias que no fueron debidamente recambiadas. Y ahí empezó el declive. Berlusconi ya tenía suficiente con sus escándalos públicos y políticos y dejó de lado el fútbol. El momento exacto en que el AC Milan dejó de estar entre los grandes se produjo en verano de 2012 cuando no tuvo mas remedio que arrodillarse para coger el dinero que un nuevo rico -el PSG- le había dejado para llevarse a sus dos máximas estrellas, Thiago Silva e Ibrahimovic. Relevo simbólico en la monarquía del fútbol europeo. Después de eso, la nada. El equipo va cuesta abajo y sin frenos en una decadencia progresiva. Cada temporada es peor a la anterior. Por eso, hace unas semanas, Silvio Berlusconi se apuntó a la moda -siempre necesaria- y vendió el club a un grupo inversor chino. Con el dinero de la nueva tierra prometida y si sus nuevos rectores son coherentes con la causa, es posible que algún día volvamos a ver al histórico AC Milan otra vez entre los grandes. Aunque para ello tenga que cambiar la cruz de San Jorge de su escudo por un dragón chino. El renminbi es el renminbi.

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