Ajax returns

Han pasado casi veinte años de la última final europea de un clásico que este año espera volver a besar las mieles del éxito continental. No será en la Champions pero sí en su hermana pequeña, la UEFA Europa League. Y es que tal y como ha cambiado el fútbol en las dos últimas décadas, ya es todo un éxito que un equipo de una liga menor y que ya no pertenece a la selecta élite europea -aunque sí forma parte de su destacada historia- esté de regreso. Porque el Ajax es un clásico y como tal, siempre acaba volviendo. Aunque sea en la segunda competición continental. Da igual. El mérito es tremendo. Porque el Ajax hace mucho que no puede sostener un proyecto sólido. Es literalmente imposible. Las grandes ligas con sus equipos de presupuestos superiores y recursos ilimitados fichando a diestro y siniestro a ver quién se lleva el diamante por la menor cantidad. Y cuanto mas joven mejor, que así se amortiza antes. Cuando ni siquiera asoma la pelusilla por las mejillas de la promesa de turno, las grandes potencias acechan su destino. El fútbol hace tiempo que está así montado.

El Ajax de Ámsterdam revolucionó el fútbol allá por los primeros setenta del siglo pasado. La escuela holandesa ya había dado que hablar cuando un imberbe Ajax apareció por primera vez en una final de Copa de Europa en 1969 que perdió en el Bernabéu frente al Milan. Al año siguiente fue el Feyenoord, su eterno rival, quién llevaría la primera Copa de Europa a Holanda. Esa fue la única huella que dejó el equipo de Rotterdam, ser el primero. El Ajax cogió su testigo y enlazó hasta tres Copas de Europa seguidas bordando un fútbol diferente a todo lo visto hasta entonces. Toque, presión asfixiante sobre el rival, constantes cambios de posición, posesión continua. Era el fútbol total y había llegado para que unos cuantos osados lo pusieran en práctica y dejaran a Europa primero y luego al mundo, boquiabierto. Acababa de nacer el fútbol moderno rompiendo con todo. El cénit de la obra llegó en el Mundial de Alemania de 1974 donde la selección holandesa -la gran mayoría formada por jugadores del Ajax- arrasó y maravilló a partes iguales. Que la 'Naranja Mecánica' no ganara aquel torneo es una de las grandes 'injusticias' de la historia del fútbol. Injusticia muy relativa ya que la triunfadora Alemania era otro equipazo. Pero esta es una demostración de que el fútbol no solo se acuerda de los que ganan. Aquella Holanda del 74 perdió pero dejó un legado eterno y marcó un camino que solo los mas valientes han sido capaces de seguir. Qué decir tiene que el Ajax fundó su cultura a fuego en aquellos años y el estilo sigue siendo inconfundible y sagrado. Trabajó y mimó su cantera como nadie: jugando en todas las categorías de la misma manera, imponiendo su propio sello y tejiendo una extensa red de ojeadores para reclutar a jóvenes osados por todo el mundo. Durante décadas el fútbol base del Ajax fue la envidia del planeta fútbol. Y ha sido siempre la gran base del club holandés.


La última gran generación que coincidió antes que los poderosos pescaran en los canales de Ámsterdam fue también el último equipo que hizo al Ajax campeón de Europa. En 1995 un puñado de jóvenes talentos con ganas de comerse Europa formaron uno de los equipos mas exuberantes y fabulosos de los últimos tiempos. Van der Sar, Reiziger, Bogarde, los gemelos de Boer, Davids, Seedorf, Overmars, Finidi, Litmanen, Kanu, Kluivert, todos entrenados por Van Gaal, un 'cabezón' fiel a los buenos principios. Un verdadero equipazo que lo bordó en la temporada 1994-95. El vigente campeón de Europa, el Milan, no pudo con ellos en las tres ocasiones que se enfrentaron en la Champions. Ni siquiera pudo hacer un gol y las tres veces palmó, la tercera en la final. Aquel Ajax seguro hubiera sido un equipo de época sino fuera porque los dos años siguientes el equipo se desmanteló. Surtió a los mejores equipos del continente, especialmente al Barcelona que con Van Gaal a la cabeza quiso hacer un clon de su Ajax y le salió algo mas parecido a la oveja Dolly. Y es el propio Barcelona quién mejor ha plasmado toda la cultura ajacied, haciendo la suya propia y recogiendo todos los frutos que un día unos visionarios holandeses sembraron para cambiar el fútbol.

No sabemos cuanto durara esta nueva y prometedora generación de futbolistas juntos en el Ajax -seguramente no mucho- pero lo suficiente para recordar que el histórico Ajax de Ámsterdam ocupa un lugar privilegiado en la memoria de los románticos y ahora está de vuelta. Pues que no tarde tanto hasta la próxima. El fútbol les debe demasiado.

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