Força

Hay derrotas que suponen una catarsis en el alma de un equipo. Una liberación espiritual y emocional donde el cuerpo y la mente solo pueden ir hacia arriba porque ya se encuentran en la mierda mas profunda posible. No lamentarse de lo ocurrido sino coger el problema por el 'pescuezo'. Caer para levantarse con mas convicción si cabe. Eso solo lo hacen los campeones. Elegidos por el destino para escribir las páginas doradas de la historia. Luchadores natos que no le giran la cara a la adversidad sino que se enfrentan cuantas veces sea necesario. Lo que no te mata solo te puede hacer mas fuerte. Y este equipo lo ha vuelto a hacer.

Han sido tantas las veces que lo han conseguido que esta última parecía la definitiva. Los han acusado de dopaje, han llorado la muerte de su entrenador, han sobrevivido (y lo siguen haciendo) a directivas propias empeñadas en destruirlo todo, a sanciones de la FIFA y la humillación de París era la puntilla. Pero este equipo ha mutado la piel histórica del barcelonismo para hacerlo mas fuerte. Algunos de los que empezaron ya no están. Ley de vida. Pero los que continúan siguen haciéndolo. Han conseguido cambiar la mentalidad tan marcada durante décadas de un club centenario. Ese es el logro. Más allá de todos los títulos, el estilo y el reconocimiento del mundo entero.


Minuto 87. Barcelona 3- París Saint-Germain 1. Tres goles separan a los azulgrana de un milagro que durante muchos minutos a lo largo del partido acariciaron. Imposible. Pero las 97.000 personas que apoyaban al equipo desde veinte minutos antes del partido en busca de la hazaña siguen en su asiento en señal de reconocimiento al esfuerzo del equipo. 'Murieron con las botas puestas' que diría aquel. Esto en cualquier otra época el barcelonismo hubiera sacado su pañuelo a pasear mirando al banquillo, al palco o al mismísimo cielo buscando la cabeza de turco idónea para vomitar todos sus complejos y hacer saltar todo por los aires. Pero eso con este equipo es historia. Entonces, no se sabe bien por qué, sucedió. Antes el Barça había puesto mas ambición que fútbol y eso le bastó para quedarse a un gol de empatar la eliminatoria al principio de la segunda parte. Lo mas difícil parecía hecho pero como siempre suele ocurrir con las gestas, ocurrió un contratiempo. Importante. El PSG marcó. A pesar que ya desde el calentamiento los franceses estaban deseando que acabara el partido, superados por el ambiente, el estadio, el momento y el equipo que tenían enfrente. Cavani parecía finiquitar el intento de milagro a media hora del final. Los culés lo siguieron intentando con mas corazón que piernas y el PSG a la contra pudo hurgar en la herida pero no se atrevió. Se conformó con lo que había como hizo todo el partido. Entonces, como decía, sucedió. Neymar coloca una falta en la mismísima escuadra que parece ponerle el lazo a su excepcional partido y al esfuerzo del equipo. Pero de repente un halo mágico invadió el Camp Nou en busca de lo nunca visto. El Barça se fue arriba con todo y al minuto se encontró con un penalti por desfallecimiento de Luis Suárez debido al tremendo desgaste sufrido. No fue penalti pero también vale -como también valen los goles en fuera de juego en finales de Copa de Europa (en varias)-. Quién tiene pito se equivoca. Señoría no hay nada mas que decir. 5 a 1 y aún quedaba los cinco minutos de añadido. La emoción invadió todos los corazones. El mundo era del Barça en ese momento por el simple hecho de estar asistiendo a algo histórico e inimaginable apenas cuatro minutos antes. Los segundos parecían décimas para el Barcelona y semanas para el PSG. Ter Stegen, inmenso, partió de su guarida para ya no volver. Bueno sí, bajó hasta medio campo para recuperar el último balón del partido cuando Di María robó a Arda Turan y se disponía a marcharse completamente solo. Épico. Y Neymar hizo un amago para quitarse a su oponente antes de parar el tiempo y poner el esférico en las nubes para que antes que rozara el suelo Sergi Roberto se tirara con todo para empujar al barcelonismo entero a la gloria. 6 a 1. Lo nunca visto. El Camp Nou se derrumba. La remontada de todos los tiempos. Insuperable. Los milagros existen.

Y el primero que creyó fue Luis Enrique, que ha sido el hombre clave. Después de la humillación de París tuvo la valentía de echarse toda la mierda encima, agitar al equipo en busca de una reacción, calmar el ambiente diciendo que lo deja en junio, insuflar aire fresco a sus jugadores con el cambio de sistema y no parar de creer. Al César lo que es del César. Ha vuelto a callar bocas en el momento mas oportuno. A mi el primero. Y el Barça que lo vuelve a conseguir. Noquea otra vez la adversidad, como sino tuviera suficiente con pelear los títulos y se divirtiera con ello. Cruyff cambió el estilo y este Barça, que es el de muchos, está cambiando la mentalidad. Ese será su legado.

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