Real Capital

El último derbi madrileño liguero en la historia del Vicente Calderón supuso un suplicio para los locales que con la presunta carga emocional que implicaba el encuentro, jamás se encontró a si mismo y se mostró atenazado y desconocido. El Real Madrid acudía al dentista con la inquietud en sus muelas y se marchó feliz con un saco de chucherías que todavía relame. Las bajas de Benzema y Morata fueron una bendición para Zidane que decidió cambiar el sistema y esto desarboló por completo a Simeone que nunca supo reaccionar. El francés pobló el mediocampo con un Isco imperial y el fondo de armario no falló, una vez mas -es mérito de Zidane conseguir tener enchufados a todos los jugadores en una plantilla tan amplia y ególatra como la blanca-. Cristiano consiguió un hat trick con el que parece dar carpetazo al debate sobre el Balón de Oro. Un hat trick tibio en las formas -de rebote de falta, de penalti muy riguroso y de regalo de Bale- pero inapelable en los números. Hat trick al fin y al cabo. El Atlético acabó desquiciado y ahora mira a su vecino por telescopio en la clasificación en pleno mes de Noviembre. Pareció el típico derbi anterior a la época del Cholo cuando el Madrid llegaba, veía y vencía. Veni, vidi, vici. El Madrid arrasó el Manzanares por última vez.


El súper sábado madridista dio comienzo ya por la tarde cuando el Málaga arrancó un empate del Camp Nou contra pronóstico. Al Barça se le atragantan históricamente los partidos tras el dichoso parón FIFA y si además es a la hora de la siesta y sin Messi ni Suárez pues tenemos justo lo que pasó. Juande Ramos asimismo se trajo de Málaga el autobús, el tren y el avión para aparcarlo todo bajo la portería del Camp Nou, y como no hay plan infalible pues Kameni hizo el resto. El Barça dio todo lo que tenía -que sin Messi es bastante menos- y sigue con la irregularidad permanente esta temporada.
Ya se vislumbra el clásico por el horizonte, pero antes los de Luis Enrique deberán romper el maleficio que los mantiene secos en Anoeta desde hace años. Sería extremadamente peligroso acudir al clásico con la sirena de urgencia en el cogote. Messi SOS. Para que luego digan que no hay 'messidependencia'.

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