Siesta empanada

Tremendo Domingo de fútbol. Muy intenso ya desde por la mañana -con estos utópicos horarios empeñados en satisfacer mas a los chinos que a los de aquí- cuando el Atleti asaltaba el liderato en Mestalla. Se sobrepuso a un animoso Valencia quién lo sostuvo un increíble Diego Alves. El mejor parapenaltis de la historia de la Liga sumó dos más en su cuenta -el primer 'paradón' a Griezmann es antológico-. Los del 'Cholo' han conseguido subsanar sus dos primeros empates y ya percutan al ritmo incesante que nos tiene acostumbrados como buen martillo pilón que son.

A la hora de la siesta se presentaba el Éibar en el Bernabéu para pagar los platos rotos -según Danilo- después de tres empates consecutivos. No salió de amarillo para no levantar sospechas. Y pronto demostró que las casualidades no existen. Cualquier equipo, juegue del color que sea, parece probable que le pueda meter mano a este Madrid -que sin Modric y Casemiro parece un Fórmula 1 sin volante ni cinturón de seguridad-. Los vascos obtuvieron un merecidísimo punto de oro gracias a un trabajo loable de todos y cada uno de sus jugadores. El Real Madrid va a seguir con la gripe -por una vez las multinacionales farmacéuticas pueden tener razón- al menos hasta dentro de dos semanas cuando regrese la Liga. Motivos para la preocupación debe tener Zidane al que le viene ni pintado el 'tocahuevos' parón de selecciones para meditar qué hacer con semejante 'plantillón' y también recuperar efectivos.


Y cuando caía la noche en Vigo llegó la traca final. Luis Enrique repartió la pólvora -dando descanso para sus selecciones a Rakitic e Iniesta- y Ter Stegen encendió la mecha como buen pirómano que ha demostrado ser. Ya avisamos que cualquier día se atrevería con una asistencia 'a lo Laudrup'. Ayer fue ese día tan esperado -porque se veía venir- pero en su propia portería. Ter Stegen quiere ser Justin Timberlake que puede cantar y actuar igual de bien. El alemán es muy buen portero pero no es Messi con el balón en los pies. Si lo fuera, no llevaría guantes. Tiene muy buen toque de pelota y muchas jugadas del equipo las inicia perfectamente -él lo sabe, de ahí su gran autoconfianza-. Es joven y seguro que aprenderá de estos errores -lo mismo le sucedió a Víctor Valdés en su época-. Del resto del equipo solo se salvan un majestuoso Piqué -que hizo de todo y todo perfecto- e Iniesta que entró en el descanso para reconducir un autobús perdido que se había salido en una curva de una carretera secundaria y casi lo lleva de vuelta a la autopista. El resto, 'empanada gallega' monumental, exactamente, en el mismo sitio donde el año pasado también le cayeron cuatro goles. Luis Enrique parece mas fiable cuantos menos jugadores tiene para hacer la alineación. Si tiene mucho donde elegir, se aturde.

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