Copa Balón

Desde hace mas de veinte años existe un curioso y sofisticado vínculo entre el mejor jugador brasileño del momento que se convierte en el mejor del mundo, la Liga española y la noche. Nuestra manera de entender la vida es en Europa la menos distinta a la brasileña, aunque eso no significa que sean similares. 'Spain is different' pero Brasil más. La cultura brasilera es exuberante, desacomplejada, alegre. Y sus futbolistas son los mejores embajadores de esta manera de vivir. Aquí nos va la marcha igual que allí. Por eso en España tenemos la suerte de disfrutarlos en su máximo esplendor, porque es lo mas parecido a estar en su tierra sin estar en ella. Son magos del balón de día y brujos de la copa de noche.

Romario fue el primero de este exclusivo linaje combinando como nadie el arte en el césped y en la juerga. En los dos ámbitos fue el número uno. Él mismo ha mantenido siempre que cuando mejor rendía era copulando antes de los partidos y saliendo cuando el cuerpo se lo pedía. Romario parecía cansado durante buena parte del partido hasta que conectaba con el balón y justo ahí se paraba el tiempo. Él era el reloj. Pura fantasía. Después de los partidos también salía -a celebrarlo-, obvio. Nadie osaba a pedirle explicaciones porque su rendimiento y compromiso fueron innegables en aquella fabulosa temporada en el Dream Team hasta el punto que cuando secuestraron a su padre en Brasil, Romario decidió quedarse para ayudar a su equipo que se jugaba la Liga en la penúltima jornada en el Bernabéu. Todos comieron perdices. Su padre fue liberado horas después del partido y el mago brasileño ganó la Liga la semana siguiente. La fiesta estaba asegurada. El equipo dio rienda suelta a la alegría -con el permiso de Cruyff- tras una temporada complicada. Solo tres días mas tarde disputaban la final de la Copa de Europa. Romario estaba acostumbrado a rendir entre juergas. Sus compañeros, no. Y pagaron cara su irresponsabilidad. Salieron al campo como si estuvieran todavía de resaca y el Milán enterró para siempre a aquél legendario equipo bajo el Partenón de la vieja Atenas.
Luego llegó el Mundial de Estados Unidos donde Romario fue el héroe y todo se precipitó. Alargó sus vacaciones hasta que le dio la gana. Estaba endiosado y se creía por encima del bien y del mal. Las playas de Castelldefels están bien pero no son las de Copacabana. A su regreso apenas fue la sombra de lo que había sido y en tres meses se marchó a su añorado Brasil -con el permiso de Cruyff otra vez-.
Dos años después lo fichó el Valencia pero su entrenador no lo quería. Romario duró lo justo para conocer la noche valenciana 'post ruta del bakalao' y el carácter de su jefe. Luis Aragonés y el astro chocaron desde el minuto cero - "míreme a la carita" le reprochó el sabio a un cabizbajo y trasnochado Romario durante un entrenamiento-. Eran el día y la noche. Romario era la noche, por supuesto. Genio y figura.

La saga continúa con Ronaldo que siguió los mismos pasos que se predecesor en el trono pero con diez años menos y quemando etapas a la velocidad del sonido. Fogueo en Europa en el PSV -en Eindhoven los cracks brasileños se portaron bien entre otras cosas porque los pubs cierran a las once- que le catapulta al Barcelona. Por estos lares en su única y maravillosa temporada aún no se le conocían sus inquietudes nocturnas. Sí el gusto por los carnavales y la samba, como buen brasileño, aunque eso no es incompatible con el deporte de élite. El fútbol arrollador que demostró nunca lo hubiera puesto en práctica sin una preparación física debidamente cuidada. El flechazo surgió ya en Milán, donde la fiesta encontró a Ronaldo y/o éste a la fiesta -el orden de los factores no altera el producto- a raíz del tiempo libre que disponía debido a sus interminables lesiones de rodilla. Lo que no podía demostrar en el césped lo hacía en la discoteca. Para cuando Florentino lo reclutó para su escuadrón galáctico, Ronaldo ya era un experto juerguista. En la capital conoció la noche madrileña y no se pudo resistir a sus encantos. Cuando el balón entraba, a nadie le molestaba su vida personal. Cuando dejó de hacerlo, se sabían hasta los tickets de las consumiciones para reprochárselo. Típico. Así terminó sus días en la Liga el mejor delantero que han visto mis ojos.


El siguiente fue Ronaldinho, el aventajado alumno que superó a sus maestros. Llegó para dar color a un paisaje gris. Rescató al Barça de las tinieblas para alzarlo hasta el arcoíris. Cuando ningún crack quería venir, él apostó por el Barça. Una sonrisa natural con la piñata destartalada que enamoró a todos, no por bonita sino por sincera. Radiaba alegría por los cuatro costados. Irrumpió un huracán de aire fresco. Una técnica insuperable que daba la sensación que inventaría cualquier truco con el balón en los pies o con cualquier otra parte del cuerpo. Desprendía tanta alegría que fue incontenible. Necesitaba canalizar ese entusiasmo de otras formas más allá del fútbol. El equipo y él crecieron juntos de la mano hasta lo mas alto en una progresión fulgurante. La historia estaba en sus pies. Y cuando llegó a la cima, se paró. No quiso escalar hasta el olimpo. Parecía que ya tenía suficiente con lo que había conseguido y fue reduciendo marchas hasta quedarse casi quieto. Se conformó con el excelente en vez de ir a por matrícula de honor. Había repartido tanta alegría fuera del fútbol que se olvidó de él. Cambió el balón por los bongos nocturnos y con solo veintiocho años tenía mas pinta de ex futbolista que del que solo dos años antes fue el mejor del mundo. Guardiola no lo quiso en su proyecto porque confió en el sucesor -Messi- que el mismo Ronaldinho había apadrinado. El Barça nunca agradecerá lo suficiente al Gaúcho que eligiera su club y no otro. Y a todos nos quedará siempre la duda de qué hubiera ocurrido si Ronaldinho hubiese sido mas ambicioso con su carrera en vez de conformarse con lo mucho que ya ganó.

Como todo en esta vida, siempre existe la excepción que pone a prueba la regla. Y en este divertido círculo virtuoso, Rivaldo es la nota discordante. Es brasileño y en la Liga se convirtió en el mejor futbolista del planeta. Hasta aquí las coincidencias. Pero a diferencia, tanto de sus predecesores y sobretodo su sucesor, no disponía del carisma de estos y jamás despertó las mismas simpatías en la afición y atención: no le gustaba la fiesta!!! Prefería el calor del hogar junto a su familia. Inaudito. Curiosamente fue el mas regular tanto en tiempo como en rendimiento. La única extravagancia que se le recuerda fuera del terreno de juego es el entrañable anuncio de Cola Cao junto a su hijo. Una locura.

Ahora es Neymar quién reúne cada una de las características de todos ellos para ser su sucesor: Mejor brasileño del momento con diferencia, calidad extrema, vida y redes sociales agitadas, largas noches de bohemia y de pasión. Solo falta el atributo de ser el mejor futbolista del mundo. Y eso no lo será hasta que Messi quiera y con el permiso de Cristiano. Aunque es desde hace tiempo el mas firme candidato para suceder a ambos en la cumbre.

De momento, hasta aquí llega esta excelsa dinastía que se creó cuando el gintonic se servía en vaso de tubo con una triste rodaja de limón y solo había Larios y Beefeater para elegir y ha llegado hasta nuestros días donde se rinde un auténtico culto al gintonic dótandolo de cien colores, marcas y maneras de servir. Pasan las generaciones y los gustos por el gintonic cambian y siguen apareciendo jugadores capaces de ser los mejores saboreando la vida -en copa, por supuesto- y en lo suyo -con un simple balón-. Chin chin!

Comentarios