Duende

Todo comenzó un jueves de Feria de hace una década. En pleno Centenario del club, justo cuando empezábamos a aprendernos el himno mas bonito del fútbol español, creado para la ocasión. Corría el minuto 100 del partido decisivo, en un Sánchez Pizjuán entregado, cuando un joven canterano pareció conectar un zurdazo imparable directo a la gloria. En realidad, la pegó con el alma. Clasificó al equipo para su primera final europea, trasladó a la afición a un estado de felicidad permanente y entró para siempre en el corazón del sevillismo. Todo eso en una sola jugada. La que dio inicio a la década prodigiosa del Sevilla Fútbol Club.

Un equipo que históricamente se ha movido por la zona noble de nuestro fútbol, pero sin ir nunca más allá. Cuando lo ha hecho, ha sido para entrar directamente en la leyenda. Su espectacular palmarés de los últimos diez años así lo confirma. Se dice que el gran artífice de tamaña transformación es Monchi. Él es el Sevilla. Fue canterano, portero del primer equipo y ahora creador de la Edad de Oro. Es, simplemente, el mejor en lo suyo. Buscador infatigable de talentos, su nivel de acierto es asombroso. Un ojo milimétrico para ver diamantes donde los demás ven chatarra. Fichar y formar una plantilla con un presupuesto ajustado y vendiendo siempre lo mejor cada temporada. Pero él sigue sacando conejos de su inacabable chistera para hacer prácticamente magia.

Parecía que aquél equipazo que inició este ciclo maravilloso sería irrepetible. En cierta manera lo es. El genuino primer gran Sevilla hizo lo impensable, llegar a las cotas mas altas. Y el Sevilla de nuestros días, ha hecho el más difícil todavía que no era solo mantenerse, sino volver a llegar después de haber caído. Palop, Javi Navarro, Dani Alves, Adriano, Jesús Navas, Renato, Kanouté, Luis Fabiano, Antonio Puerta.. levantaron las dos primeras Uefas, arrasaron al Barça en Mónaco para llevarse la Supercopa, alcanzaron el tercer puesto liguero luchando por el título hasta la última jornada, ganaron la Copa y la Supercopa españolas en el Bernabéu. Todo era radiante y parecían no tener techo. Pero, de repente, todo se oscureció. Antonio Puerta, el joven canterano que dio comienzo a todo, falleció horas después de sufrir un desmayo en el primer partido de Liga, en su Pizjuán. Nada tenía sentido. Un jugador joven en su plenitud física y con muchísima proyección por delante, se fue.
Y llegó el mito para quedarse hasta el resto de los tiempos. Lo que hubiera podido pasar, nunca se sabrá. Lo único cierto es que el primer gran Sevilla, murió con Puerta.


El Sevilla sigue ganando. Unai Emery ha obrado el milagro y lo que parecía ya una etapa lejana y nostálgica, la está reviviendo. Ha conseguido que la Europa League, la vieja UEFA, se enamore de él y no se sueltan. Son la pareja perfecta. Se entienden, se buscan, se compenetran, se quieren. Antonio dio el primer flechazo. Con su alma. Con su espíritu. Con su duende.

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