La leyenda del tiempo

Que el fútbol no tiene memoria es algo tan cierto como que los calvos no tienen pelo. Vivimos demasiado deprisa en una sociedad hambrienta de novedades, que devora actualidad. Donde lo que pasó antes de ayer ya es antiguo. No valoramos, lo suficiente, el momento y, en cambio, nos acordamos de él, siempre que la nostalgia nos invade.

Es muy lícito y normal criticar cuando uno no está de acuerdo con lo que sea. Ni los más grandes de este deporte se libran de ello. Siempre están expuestos. Ídolos que bajan su rendimiento o la edad les acorrala hasta el rincón de la retirada. En esos momentos, no se recuerdan sus tardes de gloria ni las paradas imposibles ni los muchos goles que han metido. No, eso solo se hace cuando ya no están. O cuando quién les sucede no están a la altura. O cuando simplemente le damos ese merecido recuerdo tarde porque no se valoró en su debido momento.

Porque no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que ya no está. Aún estamos asimilando lo que la Selección Española ha sido capaz de hacer. Algo inimaginable no hace tanto. Un equipo, tradicionalmente, azotado por el azar y engullido por su propia vanidad. Dando tumbos, sin ningún estilo para acabar evocando a la caduca 'furia española' y palmar como siempre. Hasta que un buen día, no se sabe porqué, al bueno de Luis Aragonés se le ocurrió la lógica más aplastante: que su equipo jugara a lo que sus chicos sabían. Dio en la tecla. Y se hizo la magia. La Selección pasó de ser un grupo de coplas rancio, a convertirse en la Filarmónica de Viena. No pararon de ganar y ganar y bordaron el fútbol. El resto es historia.
Luis Aragonés, muy sabiamente, lo dejó en lo más alto. Llegó Del Bosque para hacerse Marqués con el equipo. Evolucionó lo que ya funcionaba. Y lo mantuvo, lo más difícil. El resto es leyenda.


Ahora es cuando echamos de menos aquello. Una época que, seamos conscientes, es irrepetible. Por maravillosa. Por inesperada. Por duradera. Porque lo bueno no dura eternamente. Pero sí el recuerdo. Por eso, sería bueno, valorar en su merecida medida todo lo que admiramos en el presente. Y no dejarlo para cuando ya es pasado.

Echaremos de menos al menospreciado Casillas, porque es el mejor portero que hemos visto. Echaremos de menos a Iniesta, igual que ya lo hacemos con Xavi. El Madrid echará de menos a Cristiano Ronaldo por su infinidad de goles y no encuentre otro como él, porque no lo hay. Echaremos de menos al mejor, Messi. Pero de momento, están.Vivamos el presente. Merece la pena. O como diría el maestro: "disfrútate el momento". Amén.
















Comentarios