Los sueños no siempre son

La increíble temporada que está protagonizando el Leicester en la Premier League va a pasar, y ya da igual como termine el curso, a los anales de la historia. Uno de los presupuestos más modestos de la competición, con prácticamente la misma plantilla con la que se salvó del descenso in extremis el pasado año, están viviendo un sueño asentados cómodamente en su nube del liderato donde nadie es capaz de bajarlos.

La contundente victoria en el campo del City del otro día ha supuesto un zasca! en toda la boca de los incrédulos que piensan que acabará flojeando. Puede ser. De hecho, sería lo normal que las plantillas más potentes acaben imponiéndose. Pero a falta de menos de un tercio de competición por disputar, ahí siguen, erre que erre. Cada vez más sólidos. Bajo ninguna presión y con la ilusión que les proporciona estar ante una oportunidad única, los chicos de Ranieri son ya capaces de todo. No pueden engañar porque ya no son la comparsa. Son la amenaza. Son el chico gordito que se cuela en la fiesta y con su simpatía y desparpajo se lleva a la chica guapa, dejando a los 'ciclados' de turno como pasmarotes. Están dispuestos a reventar la Premier League, la historia y hasta la lógica.

No se recuerda nada igual en Inglaterra, en España ni en ningún fútbol de élite. Similar, sí. Pero con matices. Hace algo más de 20 años, el Blackburn Rovers fue el último equipo modesto en ganar la Premier. Aunque, a diferencia del actual líder inglés, aquél equipo recibió una fuerte inversión y contaba con varios jugadores importantes, entre ellos el gran goleador Alan Shearer.

Hay que remontarse a finales de los 70 para recordar una de las mayores hazañas que ha vivido nunca el mundo del fútbol. El Nottingham Forest, un 'don nadie' en Inglaterra que había vivido la mayor parte de su historia en segunda división, consigue volver a la máxima categoría después de muchos años. En su regreso a la élite y como recién ascendido, rompe todos los pronósticos y gana la Liga. Primer milagro. Pero no se quedan ahí y en su primera excursión por el viejo continente, va salvando obstáculos hasta proclamarse Campeón de Europa. Segundo milagro. No tuvieron suficiente y al año siguiente hacen el más difícil todavía y repiten Copa de Europa. Tercer y último milagro. Es el único equipo que tiene más Copas de Europa que Ligas domésticas. Irrepetible.


Es cierto que el fútbol actual no es el de entonces. No había la abismal diferencia entre equipos millonarios y el resto, (de ahí el gran mérito del Leicester) y las sorpresas eran más probables. Pero eso no quita el valor de lo que fueron capaces de conseguir estas verdaderas leyendas.

En España, lo del Leicester, sería impensable. La Liga es fruta prohibida para la mayoría de los mortales. Incluso el último alirón del Atleti se consideró una sorpresa por entrometerse entre los dos grandes. Y eso que es el tercer equipo del país.
Por aquí, lo más parecido fue el Súper Depor de mitad de los 90. Un club nada habitual en primera división y que solo hacía dos años que había ascendido, acarició en la temporada 93-94 una Liga maravillosa de la que sólo le separaron once metros en el último segundo de competición. Nunca un sueño acabó tan cruelmente en pesadilla. Pero se levantaron y consiguieron situarse durante una década en la élite, alcanzando años después el título que el destino les debía. Es la excepción que confirma la regla de que los sueños pueden ser algo más que efímeras fantasías. Normalmente son hechos extraordinarios, una conjunción de muchos factores que coinciden para que se haga el milagro. La suerte hace el resto. Y suele durar demasiado poco, porque es imposible ir en contra del orden natural de las cosas.

Soy fan de todas las historias de superación. De rebelarse contra el orden establecido. De Rocky Balboa. Del Leicester. Si este equipo lo consigue, sería la comprobación de que el fútbol para románticos no ha muerto. Todavía no.

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