Inventores

Anda todo el mundo alterado tras el genial penalti que se sacaron de la chistera Messi y Suárez. Unos, los menos, por ver provocación donde solo hay arte. Otros, los más, por alucinar ante tremenda demostración de virtuosismo en una maravillosa segunda parte ante el Celta, a rebosar de paredes, sombreros, caños, lambrettas y regates de todo tipo, donde el audaz penalti fue la guinda perfecta. Pura magia para gozo y disfrute de todo aficionado al fútbol. Porque el arte no tiene colores. Es universal.

Se entiende que a nadie le gusta salir en la foto retratado cuando un rival hace una genialidad. Los tres sudamericanos del Barça apabullan y, a veces, se muestran tan superiores que parece vacilan al contrario. O eso quieren ver algunos. Envidia y no de la sana, precisamente. No hay mayor respeto al rival que intentar superarse continuamente, sea cuál sea el resultado. Y empiezan a ser legión los que pregonan que solo sacan a relucir la varita mágica cuando el resultado los resguarda. Que en partidos ajustados no se atreven. Memoria muy selectiva. Por querer hacerlo bonito a la vez que efectivo, porque así juegan y entienden el fútbol, el Barça es lo que es hoy día. Y por adornarse más de la cuenta se le han escapado un par de partidos esta Liga (véase en Mestalla y en el Camp Nou ante el Depor), por ejemplo. Porque el fútbol no es ninguna ciencia exacta y mejor no siempre significa más. Estos fenómenos honran este deporte y lo ensalzan como el mayor espectáculo de nuestro tiempo.



El penalti indirecto es solo una muestra de lo que pueden llegar hacer si se lo proponen. No les basta con ganar sino que quieren convencer, agradar, disfrutar, inventar en cada partido. Antes otros lo hicieron y dejaron para la historia escenas que el paso del tiempo solo ha hecho más grandes y memorables. Jugadas distintas a todo lo conocido. Transgresoras que rompieron la barrera de lo común. Valientes y atrevidas pese a no ser siempre bien vistas. Inventaron momentos que pertenecen a todos los que amamos el fútbol. Y ninguno pidió perdón. Debió hacerlo Cruyff cuando hizo legendario el penalti que lustros atrás se inventó un belga y que el otro día desempolvó Messi del baúl de los recuerdos? Tampoco lo hizo Higuita cuando en el mismísimo Wembley  desafío a la gravedad y se jugó la jeta con su inverosímil salto del escorpión. Ni Romario cuando se cosía el balón a su bota y la escondía para romper cinturas girándose con su cola de vaca. No lo hacía Zidane cuando en cada partido se zafaba de rivales varias veces con su ruleta marsellesa. No se tiene constancia que Panenka  rogara un indulto cuando en el penalti decisivo de la final de la Eurocopa, se inventó un lanzamiento, mil veces imitado pero jamás superado, y entró en lo más alto del olimpo de los elegidos. Son genios que crearon jugadas. Diseñaron fantasías. Y es que no se le puede poner cadenas al arte. Solo esperar que surja y disfrutar. Viva el fútbol.










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