Recordando mitos: Ronaldo

El auténtico, el gordito, el fenómeno. Un delantero total con todas las virtudes: regateador, cabeceador, chutador, rematador, goleador. Un físico privilegiado para la práctica del fútbol, con una potencia sin igual que se sostenía en unas rodillas demasiado frágiles que a punto estuvo de retirarle antes de tiempo. Por suerte, el crack dribló a sus meniscos como hacía con los defensas rivales y nos deleitó durante años con sus fantásticas jugadas y golazos.

Ronaldo Luis Nazario de Lima comenzó a destacar muy joven en Brasil. Con solo 16 años debutó en el Cruzeiro, arrancando una carrera vertiginosa que le llevó el verano siguiente a ser convocado con la selección brasileña para el Mundial de EE.UU. 1994. No disputó un solo minuto, pero nadie le podrá quitar nunca que formó parte de aquel equipo campeón. Fue para aprender, y vaya si lo hizo. Ese mismo verano, cruzó el charco y desembarcó en el PSV Eindhoven. Le pareció buena idea seguir los pasos de su ídolo y compañero Romario para estrenarse en Europa. Se adaptó rápido y bien a un fútbol tan diferente y pronto empezó a llamar la atención de los grandes equipos del continente. Dos años en Holanda fueron suficiente aprendizaje para un chico jovencísimo que quemaba etapas a una velocidad de vértigo. El Barcelona se hizo con su fichaje por la cifra récord de la época de 2500 millones de las antiguas pesetas. Antes de debutar en su nuevo club, disputó los Juegos Olímpicos de Atlanta'96, pero la maldición que persigue a Brasil en el único trofeo que le falta, se cumplió una vez más y le alejó del título, conformándose con la medalla de bronce.

En el Barça pronto demostró lo que se esperaba de él y sus jugadas imposibles y sus goles de auténtico extraterrestre lo catapultaron a lo más alto del fútbol mundial. Su arrancada, su pegada y su definición parecían de otro mundo. Embestía a las defensas con una potencia descomunal para luego dejar al portero por los suelos con una habilidad pasmosa. Era un jugador imparable. Con apenas 20 años ganó su primer FIFA World Player en un año increíble donde lo ganó todo, individual y colectivamente, excepto la Liga. Parecía destinado a marcar una época en el Barcelona, pero la meteórica carrera del crack provocó que se acordara una renovación millonaria que nunca se firmó. Los agentes del brasileño pretendían que el mejor del mundo fuera también el mejor pagado, lógico. Sin embargo, a Núñez le pareció una barbaridad las cantidades que pedían y además creía que el club estaba por encima de cualquier jugador. Pero Ronaldo no era cualquier jugador, sino el mejor del mundo. Núñez, esta vez, no hizo caso a su portera y le dejó marchar. Error histórico.

Su destino fue el Inter de Milán, que pagó los 4000 millones de pesetas de cláusula de rescisión para hacer de Ronaldo la bandera de un proyecto que pretendía reverdecer viejos laureles en la entidad interista. La adaptación al exigente y difícil calcio no supuso un contratiempo para el crack, que seguía de dulce haciendo lo suyo: goles de toda clase. Después de una muy buena primera temporada en Italia, donde ganó otro título europeo, la Copa de la UEFA, Ronaldo estaba en el clímax de su carrera y el Mundial de Francia'98 parecía llegar en el mejor momento.

 

Brasil se presentaba como la gran favorita con un equipazo de estrellas donde Ronaldo era la que mas brillaba. Pero la selección no supo convivir con una exigencia por las nubes y la presión de saberse el rival a batir, y el equipo no brilló en todo el campeonato. Una fase de grupos decepcionante, una goleada a Chile en octavos en el que fue su partido mas completo, unos cuartos de final donde batió con gran sufrimiento a la Dinamarca de los Laudrup y ganar la bonoloto de los penaltis ante una gran Holanda, le bastó para meterse en la final. Ronaldo mantuvo a su equipo en los momentos críticos y encaraba la posibilidad de alzarse con su segundo mundial, con solo 21 años y esta vez sí, siendo el protagonista principal. Pero la noche antes del partido de su vida, un extraño ataque epiléptico le alejó de su sueño. Estuvo hospitalizado hasta que horas antes de la final le dieron el alta y entonces se decidió que jugaría. No fue lo mas sensato, ya que el crack disputó el partido pero no lo jugó. Estaba pero no estaba. Ronaldo no era Ronaldo. Su equipo jugó horrible, Francia no le dio ninguna opción y le pasó por encima. Los problemas del jugador no vieron la luz pública hasta después de la final.
Esto marcó un profundo punto de inflexión en la carrera del futbolista.

La temporada siguiente se estrenó con su equipo en la lujosa Champions League, después de haber conquistado los dos años anteriores sus 'hermanas pequeñas'. El Inter estuvo a un paso de alzarse con el Scudetto pero finalmente se quedó en blanco. Ronaldo seguía siendo superior pero no al ritmo vertiginoso de sus exhibiciones, como nos había mal acostumbrado. A principios de su tercer año en el Inter, su carrera hizo crack igual que su rodilla. Se rompió parcialmente el tendón rotuliano que le tuvo apartado durante seis meses. Era la primera lesión de gravedad de su carrera, y por desgracia no sería la última. El destino se cebó con el brasileño el día que volvía a jugar y a los cinco minutos de pisar el césped, él solo se quebró cuando otra vez el dichoso tendón rotuliano se rompió, pero esta vez no parcial sino totalmente. Necesitó más de un año para recuperarse. Le costó muchísimo pero lo consiguió. Aunque ya nunca más sería el mismo.

Llegó a tiempo para ser convocado en su tercer Mundial. Scolari acudió al gran Ronaldo aún sabiendo que no estaba en forma todavía a causa de su gravísima lesión. Pero Brasil lo necesitaba, después de una clasificación horrorosa que consiguieron en el último partido. No había muchas expectativas, esta vez, en el equipo carioca. La presión que soportaron en el anterior campeonato, no existió en Corea y Japón. Los brasileños iban superando rivales, a la vez que los equipos favoritos iban quedando fuera del torneo. Ronaldo estuvo a gran nivel, acompañado en ataque por dos socios de excepción (Rivaldo en sus últimos servicios con la selección y el entonces prometedor Ronaldinho) y una rocosa defensa con dos carrileros legendarios (Cafú y Roberto Carlos). Brasil se metía en su tercera final mundialista consecutiva y quería ser pentacampeón. Una de las peores selecciones alemanas que se recuerdan fue el invitado de piedra para que Ronaldo cumpliera su justa venganza con el destino. Khan no fue obstáculo suficiente para que el crack hiciera campeón a Brasil con dos goles suyos. Ronaldo se convirtió en máximo goleador y mejor jugador del Mundial y meses después obtuvo el Balón de Oro. El renacer de la estrella era un hecho, a pesar de que muchos dudaron que lo consiguiera. Resurgió de sus cenizas para asentarse en el Olimpo del fútbol, junto a los elegidos. El fenómeno estaba de vuelta. No tan esbelto ni veloz como antes de la lesión, pero igual de potente y demoledor que siempre.

Tras el Mundial, decidió no seguir en Italia. Su relación con el técnico Cúper era inexistente. Ronaldo le lanzó un órdago a su presidente: "o Cúper o yo". Moratti, muy a su pesar se decidió por el primero y el crack tras un verano de muchas negociaciones, volvió a su anhelada Liga española. Pero no al equipo donde deslumbró en su mejor temporada, sino al eterno rival. Florentino consiguió su fichaje en el último suspiro antes del cierre de mercado. Era la época mas radiante del 'Madrid de los Galácticos'. Ronaldo volvió a disfrutar del fútbol en un equipo plagado de súper estrellas y en su primer año ganó la Liga. Pero Florentino en su primer gran delirio como presidente, prescindió de inmediato de los jefes del vestuario, Del Bosque y el capitán Hierro y no quiso tragar en la renovación de Makéléle, que se marchó. Puso de entrenador a un desconocido Queiroz y eso sí, siguió con su particular colección de cromos con Beckham. El once titular del equipo era de auténtico escándalo. Pero nada más. Ni entrenador ni el resto de la plantilla estaban a la altura. La temporada se le hizo larga al Madrid. Cuando parecía que lo iban a ganar todo, el equipo se derrumbó. El brasileño se llevó el pichichi, en el que fue su último trofeo con el equipo blanco.

Ronaldo, como buen brasileño, se manejaba como pez en el agua en la noche madrileña. Fueron sonadas sus fiestas, que siempre las hubo. Pero mientras la pelotita entraba y el equipo ganaba, se miraba hacia otro lado. El crack nunca dejó de marcar pero el equipo sí de ganar. Su cada vez mas pesado cuerpo y las noches de farra y petardeo ya siempre serían motivo de crítica por parte de la afición. Ronaldo se fue disolviendo con el proyecto galáctico y su trayectoria en el equipo blanco fue claramente de mas a menos.

Cerca de la treintena y en una evidente baja forma, el jugador disputa su último Mundial en Alemania. Bajo el liderazgo del mejor futbolista del mundo de la época, Ronaldinho y arropado por jóvenes talentos como Kaká y Adriano y veteranos como Roberto Carlos o el propio Ronaldo, la selección brasileña es clara favorita al título. Pero como siempre que Brasil es el equipo a batir, no responden a las expectativas y caen en cuartos ante su 'bestia negra', Francia. Aún le dio tiempo de inscribir otra vez su nombre en la historia y se convirtió en el máximo goleador de la historia de los mundiales, récord que le quitó ocho años después el alemán Klose. La etapa de Ronaldo con su selección terminó ahí.

Después del amargo sabor del Mundial, en su vuelta a Madrid no le fue mejor. Capello, su nuevo entrenador, le exigía cosas que el brasileño no estaba por la labor de satisfacer. El divorcio era total y en el mercado de invierno fichó por el Milán. Otra vez recalaba en el eterno rival de un ex-equipo suyo. Es el único jugador que ha goleado con las camisetas de los dos grandes de España e Italia. En el calcio se lesionó otra vez de gravedad, al romperse la otra rodilla que tenía intacta. Volvió, felizmente, meses después ya bajo una figura que parecía mas de ex-futbolista por sus problemas de tiroides que le fueron detectados durante su última lesión y que le hacía engordar desmesuradamente. Su estado físico ya no era el adecuado para competir en Europa y regresó a Brasil para darle al Corinthians sus últimos años como profesional y poner fin a una carrera fascinante, en la que vivió todas las luces y sombras que tiene este deporte.

Ronaldo es, indiscutiblemente, uno de los mejores jugadores de la historia. Y en lo que a mi respecta, el mejor jugador que vi nunca, hasta la aparición de Messi. Daba igual la camiseta que vistiera, porque el deleite y disfrute de verlo jugar era máximo. Un mito. Un auténtico fenómeno.



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