Clásico


Quedan ya pocas horas para que dé comienzo el eterno 'partido del año'. Efectivamente, no por ser una expresión muy utilizada, deja de ser cierta. Es el único partido que se habla antes y después durante días. Y dependiendo de lo que pase en el césped, durante semanas. Es el único partido que hasta la gente que no le gusta el fútbol, es capaz de ver. Es un partido único por todo lo que conlleva, lo que arrastra y lo que se dice y escribe de él. Todo el mundo, menos sus protagonistas.

Lamentablemente, los jugadores cada vez dicen menos. El fútbol está tan mediatizado y parece que se ha vuelto tan trascendente, que cualquier opinión personal y subjetiva se saca de contexto y se vuelve hasta ofensiva. Si los jugadores tiran de topicazos a la hora de expresarse, malo. Si los jugadores dicen lo que piensan, peor. Tantos departamentos de comunicación y asesores de prensa, para no decir nada. Bueno sí, lo que el club quiere que se diga. Nadie se salta la norma, y cuando alguno lo hace, acoso y derribo hasta casi acabar suplicando.

Piqué es la excepción que confirma la regla, hoy en día. Dice lo que piensa. Le preguntan y él responde. Se pasa las directrices del departamento de comunicación del club por la patilla. No defiendo lo que dice ni lo que hace, sólo que es de los pocos futbolistas que no habla porque alguien le haya marcado unas pautas. Habla claro y huye de los aborrecidos tópicos de que tanto abusan los futbolistas. Como Guti en su época. Especies en extinción.


Actualmente, los futbolistas de élite viven en una burbuja similar a la de las estrellas del cine y de la música. Su cuenta corriente y su fama se lo permiten. Son coto cerrado para la mayoría de los mortales. Han de cuidar su imagen y medir sus palabras porque se han convertido en referentes y ejemplos a seguir por millones de niños y jóvenes que sueñan ser, algún día como ellos. El fútbol se ha convertido en una industria imparable y hay que aceptarlo como es. Pero le falta naturalidad y le sobra trascendencia y partidismo. Está de moda lo 'políticamente correcto' por temor a meterse en charcos y al qué dirán. Se tiene la piel demasiado sensible con cualquier tema que pueda crear polémica.

Por eso echo de menos, y hablando otra vez en clave de clásico, escenas emblemáticas de estos partidos tan especiales, que hoy en día serían casi impensables. Las botifarras de Giovanni, los rifirrafe de Lorenzo Sanz y Núñez en el palco, Raúl silenciando el Camp Nou, los protagonistas calentando el derbi con declaraciones días antes.. Son ejemplos de rivalidad pura. Rivalidad sana. Pasión. Pero todo con respeto y deportividad. Todo eso se está perdiendo. La vida ya presenta suficientes preocupaciones como para que el fútbol se preocupe de sí mismo. Como diría el mítico Arrigo Sacchi, "el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes". Pues eso.

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